miércoles, junio 20, 2007

Shiny happy people

Parecería que esta entrada en este blog será un cuelgue, una infinita alusión a muchas cosas. Partiendo por el título, quizás empezaré a nombrar mis publicaciones a la usanza de los capítulos de una de mis series favoritas, Grey’s Anatomy, donde cada episodio tiene el nombre de una canción.

¿Por qué “Shiny Happy People”? Este último tiempo el concepto de la felicidad me ha estado rondado bastante. Muchas cosas han pasado estos últimos años. Y quiero decir MUCHAS. Mis amigos más cercanos sabrán eso. Yo me he dado cuenta paulatinamente, quizás porque para muchas cosas puedo ser muy, muy lento, que realmente soy un tipo feliz.

Veo que la gente a mi alrededor realmente está preocupada por eso, y como tan asertivamente publica en su blog mi amigo Andrés Palma, uno se acerca a los 40 y te hace asumir que nada es tan grave, tan terrible ni tan insuperable.

Uno tiene que cerrar capítulos de vida, aunque en mi caso yo me declaro un nostálgico por naturaleza, porque aún me pena mi infancia, que muy seguido me acuerdo de esas tardes jugando en el banco carpintero de mi papá, o chapoteando por horas y horas en la pequeña piscina de mi casa, o andando en bicicleta bajo el sol de Villa Alemana junto a mi entrañable amigo Ralph Allesch, o cuando me subía al techo de mi casa con mi primer personal stereo a escuchar música, contemplando el atardecer con un nudo en la garganta al saber que me iba de esa burbuja para llegar a Santiago, donde vivo desde 1983.

Yo soy un convencido que uno se tiene que reconciliar con su pasado. Mi subconsciente al parecer tiene un mecanismo muy heavy para olvidarse de cosas desagradables, una memoria selectiva muy desarrollada, pero también tiene una memoria fotográfica para los buenos recuerdos que me hace malas pasadas evocando formas, aromas y sabores, y que al pasar hace rato la barrera de los 30 me ha permitido asimilar una sensibilidad mucho mayor, y que me ha ayudado a evaluar mejor mi situación sentimental y de interacción con mi entorno, y he notado que soy más sociable de lo que creí.

Bueno, para que entrar en detalles, estos últimos años para mi han sido una montaña rusa en términos emocionales (asunto en donde no entraré a detallar laborales, desde que egresé de mi carrera he pasado por los peores y los mejores empleos, y también conocido a gente que me ha entregado un montón de cosas que eran necesarias de insertar en mi vida.

Un amigo hace poco comentaba acerca de su necesidad de hacer un borrón y cuenta nueva en su vida. En algún momento de la vida uno tiene que hacer un reset. No al disco duro, porque tus experiencias no deben ser borradas. No es tan fácil y descarnado como eliminar gente de tu agenda porque te han aconsejado mal convenciéndote que son una mala influencia, al contrario. Ese tipo de poda a lo único que te conduce es a perder amigos valiosos. A lo que me refiero es reconocer que has hecho cosas de manera equivocada y rectificar, eso sí que es cueca.

Me acerco inexorablemente a mis 40 años de edad. Como sabiamente comentaba mi amiga Mariel, que comparte mi año de nacimiento y en una conversación trajo a colación el dicho “los 40 son los nuevos 30, y los 30 los nuevos 20”. No puedo estar más de acuerdo. Los veintitantos para mi fueron como la dimensión desconocida, mas llena de porrazos que mi adolescencia, que finalmente tuvieron un buen broche de oro al definirme en un montón de cosas.

Veo ahora que mis amigos más queridos se declaran felices, veo a mi familia comenzando sus nuevas vidas junto a sus nuevas familias, veo también a miembros de mi familia cerrando capítulos, haciendo su propio reset, unos más dolorosos que otros, pero necesarios. Otros reconociéndose frente al mundo y frente a sí mismos. Algunos con una valentía envidiable.

Yo soy un tipo feliz. Partiendo por mi salud, mis amigos, mi familia a la que adoro en su amplio espectro de personalidades, la gente que me quiere y la gente que ama. Estoy más cerca de mis sentimientos como nunca lo había estado y espero poder seguir siendo tan honesto conmigo mismo y para con los que me rodean.

En el último cuelgue (rip-off) de esta publicación en mi Blog tengo que rescatar una idea que Andrés mencionó en su propio blog. Junto con cada posteo incluiré mi propia banda sonora. Hace años que mentalmente y físicamente lo vengo haciendo, incluso esporádicamente grabando un CD o un “mix tape” (Cassette con canciones mezcladas). En esta ocasión tengo pegada una canción que me agarró desde el principio, una verdadera oda al típico momento previo al reseteo, y un mensaje para el que quiera hacerlo pronto.

Incluyo la traducción de la letra que la encuentro, junto con la voz de Josh Groban, muy, muy “power”.





Canción de Febrero


Adonde se ha ido ese viejo amigo,
Perdido en una canción de Febrero,
Dile que no falta mucho
Para que abra sus ojos

Adonde están esos días sencillos
Antes que los colores se volvieran sombras
Y cómo fue que destiñeron
Y se convirtieran en esta vida

No deseo decepcionarte
Perdóname si me tropiezo
Cuando todo lo que conozco se pierde y reencuentra
Te prometo que yo volveré a ti, algún día.

La mañana despierta
Y algunas veces es más que suficiente
Cuando todo lo que necesitas amar
Está frente a tus ojos
Está frente a tus ojos

No deseo decepcionarte
Perdóname si me tropiezo
Algunas veces es difícil pisar la tierra
Porque sigo tropezando al tratar de escapar
De este loco mundo

Y no deseo decepcionarte
Perdóname si me tropiezo
Cuando todo lo que conozco se pierde y reencuentra
Te prometo que yo volveré a ti, algún día.

Adonde se ha ido ese viejo amigo,
Perdido en una canción de Febrero,
Dile que no falta mucho
Para que abra sus ojos