sábado, noviembre 05, 2005

"Adios, Camino de Tarros Amarillos" (Perdón por el plagio, Sir Elton)

Este posting se ha demorado más de lo convenido, pero fue por un asunto de destilación lenta (y observación).

Hoy lo mío es la contingencia. No hablaré ni del pasado Foro Presidencial, ni de los huracanes ni del calor de mierda que hizo hoy (19 de Octubre, 31 grados Celsius a las 5pm), si no de algo que me pareció muy significativo: El paro de Microbuses en Santiago.

Esto es una suerte de catarsis… me levanté decidido a agarrar mi bicicleta para irme al trabajo (son un par de kilómetros, y mi capacidad respiratoria no esta tan comprometida como para no hacerlo) pero luego de ver desde la ventana de mi escritorio que algunas micros de recorrido pasaban sin problemas, opté por irme en la micro de todos los días. Resultado: 10 minutos hasta la oficina.

Esto puede resultar de que a) vivo en un lugar donde la movilización es bastante buena y b) ya eran las 9:10am, lo que deja de ser hora peak hace rato, pero según observé en varios paraderos y después escuchando la radio el paro no fue tan traumático para la gente. Pero lo que mas me gustó y mas llamó mi atención no fue esto, sino una ciudad funcionando (según los que llamaron a paro) con menos del 50% de las micros, pero esta falta no era mas que una bendición! Anduve casi todo la mañana conduciendo y no había visto nunca tanta calma, tranquilidad en los conductores de automóviles y una ciudad sin ruido de esas carcachas pintadas de amarillo echando gases oscuros y fétidos ni ser víctima de sus bocinazos.

¡Ni que fuera feriado! No diré que mi mañana fue idílica, al contrario, no falta el pobre huevón que no señaliza al virar (signo de los tiempos, que me diga lo contrario cualquiera de mis amigos que lee este blog y que tenga auto), el que insiste en hablar por celular y hace maniobras peligrosas, pero en general las calles estaban mucho menos congestionadas y el aire, aun con el calor insoportable que hizo hoy, olían y se sentía mucho mas despejada.

La semana pasada ya empecé a ver actitudes concretas de la gente reaccionando frente a la muerte anunciada de los Tarros Amarillos. Yo viajaba (para variar) en el fondo de la micro leyendo y escuchando mi Discman, pero los gritos del chofer del bus fueron lo suficientes para llamar mi atención. El susodicho se trenzaba en una batalla verbal con un pasajero y este último optó por bajarle los humos diciéndole “Ya, ya, ya, ya… Te queda poco, weon.”. Esa pelea, que especulo seria por que le paso con 20 lucas, porque el chofer no le quiso dar boleto, porque la deuda externa de Tanzania se había incrementado en X% en el ultimo año, que se yo, no sería nada nuevo, pero esta vez tiene una connotación distinta. La gente sabe que la era de los Tarros Amarillos tiene sus días contados. Lo que esta por verse es que nosotros, como usuarios, como masa nos acostumbremos y que de una vez por todas se quiebre este asunto del temor al cambio y sobre todo, que la masa se acostumbre a usar y cuidar algo nuevo y que esto permanezca así (nuevo) durante años, como se ha podido hacer con el Metro.

Para los santiaguinos no es extraño ver a los Tarros Amarillos hechos bolsa llenos de propaganda, agujeros y parches varios a raíz de choques, grafittis en paneles, asientos y scratchings (rayados duros, hechos con piezas metálicas) en los vidrios, y para que decir el eterno ir y venir de botellas, tarros, envoltorios y palos de helado por los pisos de estos supuestos medios de transporte. El asunto es como poder hacer entender a la gente que las micros nos sirven a todos, y que a ninguno de nosotros nos gustaría que algún idiota llegara con un plumón o una cuchilla a destrozarnos el living de la casa.

Se que es súper irreal pensar que todos piensan igual que yo, pero sin ir mas lejos cada vez hay mas gente que, después de una época en que toda la gente hacia vista gorda de estos rayados, surge entre la masa y detiene estos abusos. Yo he sido partícipe de mas de una situación en donde alguien ha agarrado del cogote a estos “querubines” y a patada limpia los ha hecho reconsiderar su actitud. Pero a la larga no es la misma actitud que tiene Metro S.A. en instalar guardias uniformados o de civil, cámaras de video y un aparataje completo para que la gente entienda o sea sancionada.

Quizá ahí está el punto: sancionar. Toda la gente cree que si bota al suelo o por la ventana un papel o rompe algo en una micro paga moya. Falso, falso, falso. Yo soy súper liberal en un montón de cosas. Pero si tu libertad o tus actitudes me trasgreden, hasta ahí llega tu libertad. Y yo también pago por usar la micro y en mas de una ocasión me ha tocado una puerta trabada por basura o casi irme de Ozzy al tomar una barra suelta porque hasta los pernos se los roban. En muchos países las faltas a la propiedad pública o privada (para que decir patrimonios culturales) las multas hacen pensar no una ni dos ni tres veces a la gente antes de cometerla. Por supuesto que hay pobres almas que lo intentan y terminan, cuales turistas grafiteros, pidiendo ayuda y apelando a la buena voluntad de la gente. La verdad es que a más de alguno nos ha tocado, en los tiempos en los que los celulares no eran tan masivos, haber buscado desesperadamente un teléfono público que no estuviera destrozado o simplemente no estuviera. Ahora mismo este último invierno estuve esperando la locomoción en esos hermosos paraderos originalmente hechos con virdrio, metal cromado y madera pero que ya solo eran un par de postes por el destrozo perpetrado por los “querubines” de siempre.

Parece que estoy ampliando mucho mi espectro analítico de todo esto, pero creo que no hay que dejar de demostrar que hay tantos ejemplos de estos destrozos sistemáticos que son un signo de los tiempos que pueden parecer abrumadores, pero lejos de provocar una alergia al vandalismo debiera provocar una catarsis a nivel civil. Porque la civilidad para mí no es solo ir a votar, pagar impuestos, cantar el himno nacional, etcétera. Civilidad también es tener respeto por un entorno. A mi me gustaría saber que cresta le están enseñando a los niños desde hace 10 o 20 años en el colegio. Y no digo en colegios particulares o fiscales. Yo estuve solo en Kinder en un colegio particular y mis papas, aunque en esos años, tenían buena situación, me inscribieron en colegios fiscales, donde mi educación (gracias a ellos y a Dios) fue bastante completa. Estamos hablando de 1974 a 1985, las clases de Técnicas Manuales enseñaban desde pegar papelitos de colores hasta armas circuitos eléctricos para iluminación. Mis clases de lo que ahora se puede llamar Educación Cívica involucraban desde aseo personal hasta modales básicos, incluso cultura general. Yo no veo nada de eso actualmente, salvo contadas excepciones. No estoy en contra de los muchachos y chicas adolescentes, al contrario. Mi espectro de amistades es súper variado (siempre lo ha sido, he tenido amigos de 80 años y tan jóvenes como 15, cabros que podrían ser hijos míos). Peor la cosa no es ponerse grave, al contrario. A mi me encanta ver como hay gente que aun da el asiento a una persona mayor o simplemente a alguien que viene cargado como ekeko, gente que te da la pasada al tratar salir de una fila de autos, alguien que te pida la hora por favor y te de las gracias, alguien que te respete sin tener necesidad de que vayas vestido formalmente.

La generación actual tiene muchas cosas a favor, aceptan a la gente tal y como es. Ya no hay esa ancestral animosidad en contra de lo diferente. Las comunicaciones globales tal vez han jugado un rol importantísimo en esto, pero hay cosas que aun les falta, y que se que de algún modo ganaran, quizás por esa misma apertura al mundo, la misma que a nosotros como generación de los 80’s nos faltó.

Tal vez eso es lo que me mueve a esperar un cambio, que esta misma generación se de cuenta que sería muy cool tener micros bien iluminadas, nuevas, funcionando bien, con choferes que te reciban correctamente y no te ladren, igual que en un montón de otros países.

Esperemos, sinceramente, que como todo cambio tendrá sus bemoles, pero que nos servirá para ordenarnos. Si ya tenemos autopistas y aeropuertos a un excelente nivel, ¿Por qué no tener buses que pasen a un horario definido, pagando con una tarjeta para evitar que al chofer lo cogoteen o que simplemente no tengas que estar sencillando a cada rato o llevar un montón de monedas en los bolsillos para ir cada día a tu lugar de destino?

Desde que empecé a escribir esta nota ha pasado algo de agua bajo el puente. El primer dia de inicio del Plan Transantiago nuestra ciudad pareció mas bombardeada por una avalancha mediática que por el cambio real que involucraba la salida de circulación de un montón de Tarros Amarillos. Obvio que cuanta gente que le preguntaba se quejaba.

-“ Pero joven, mire. Las micros no me paran.” se quejaba una veterana, y luego otro transeúnte espetaba: “Estos tipos paran donde quieren, y van carreteando todo el camino…” recogían muchos periodistas en terreno durante el primer día de recorrido de los buses nuevos.

Por supuesto señora, los buses ya no paran en la ligustrina de la esquina o en el quiosco de la señora Chepita. Los buses paran en los paraderos, donde siempre debieron parar. Es muy parecido al Metro. Y lo mismo corre para usted, caballero. Aunque el recorrido pase por enfrente de su casa no necesariamente quiere decir que su casa sea paradero. Y sobre la velocidad de los buses… ¿Alguien recuerda cuando los noticieros mostraban a micros incrustadas en casas o volcadas? ¿O alguna anécdota personal en donde dos micros del mismo recorrido corrían a velocidades muy superiores a la permitida y que en su afán de ganar la gente la iban a dejar a varias cuadras más allá donde debían bajar o que las frenadas y aceleradas provocaban más de una caída? No, nadie se acuerda. Este país tiene un serio problema de memoria ¿O es amnesia selectiva tal vez?

Solo hasta hace un par de días me tocó tomar mi primer Transantiago. Igual tuve que caminar 3 cuadras bastante grandes para poder llegar a mi destino, pero me gustó ir a una velocidad razonable, en una micro que, aún pasando por una calle llena de adoquines, demostró que su amortiguación era de primera calidad, y que el chofer aparte de saludar, cumple religiosamente su pega sin la típica amiguita sentada al lado, ayudándolo a cortar los boletos.

Lo más probable es que la gente siga quejándose de tanto cambio, pero como decían en Cooperativa el otro día. Ya no hay vuelta atrás. Y de aquí a fines de 2006 los Tarros Amarillos serán un recuerdo. Y así también lo serán esos flequillos onda cortinaje en el parabrisas, o la calcomanía que dice “No corras papito…”, o los nombres con que bautizaban a cada máquina. Así que desde ahora empiezo a despedirme de “Terminator”, “El Insaciable”, “The Eleganth” (Si, con “th”) o de “El Venao”. Ya era hora.