viernes, septiembre 23, 2005

Vacas Sagradas No More...

Oooook. Creo que este blog ya ha tenido su cuota de público cautivo el cual ya ha hecho notar su voz... públicamente o no, los mensajes quejándose de poca renovación en los contenidos no deja de ser importante. Gracias a todos por los que se han preocupado.

Semanas atrás revisaba mi batería diaria de e-mails, tras una ausencia de 4 días después de unos hermosos días en Mendoza, Argentina, me pongo a revisar mi aun existente membresía en la Lista de Correos de Jean-Michel Jarre. Para la gente que no me conoce y no ha disfrutado de mis letanías sobre este personaje, hagan clic en este link para ver a quien me refiero.

Mi seguimiento de Jarre se remonta hasta Enero o Febrero de 1977, cuando mi papá tuvo la idea de seguir con “el siguiente paso” después de llenar nuestras sesiones de escucha de música clásica con algunas cosas de Isao Tomita y mas densamente con Walter/Wendy Carlos, compositor de la banda de sonido de La Naranja Mecánica y la famosa serie de albums “Conectado a Bach” y “El Sintetizador Bien Temperado”. ¿Cuál fue el siguiente paso? Un cassette de la obra “Oxígeno” de Jean-Michel Jarre.

Pasando por los siguientes 28 años he pasado por períodos de fanatismo heavy que incluyen una de las colecciones mas antiguas en Chile de información, discos de vinilo y otros ítems de este artista, incluyendo un poster enviado por la mismísima asistente de Jarre, en 1985. Pero como pasa con todas las cosas, en mayor o menor medida, las vacas sagradas (Como mi otro, ya calmo fanatismo por Michael Jackson subsidió en un gusto por rememorar mejores tiempos en vez de consumir cada idiotez que salía en forma de vinilo o CD).

La razón: los años no pasan en vano, y este mamut en que se ha convertido la Internet ha hecho que ampliemos mucho más nuestro grupo de amigos, nos comuniquemos mas instantáneamente rompiendo distancias y hasta gente consiga compañeros de vida. Y ciertamente también amplía tu gusto en música.

Un gran amigo de mis tiempos ochentenos, Fernando Casas del Valle, director de programación de Radio Concierto (la original) en 1985, siempre que tenia la gentileza de invitarme a los estudios de la radio para disfrutar de su conversación, me mostraba las joyas que a Jarre se refería y que solo ellos poseían, pero siempre me sugería que ampliara un poco mas mis horizontes, que escuchara otra música. Ya en esos años, mis opciones de escuchar la música que yo tenia en forma de colección estaba cerrada a mis 7 discos de Jackson y sus hermanos y mis 6 discos de Jarre. Punto. Sin contar la colección de vinilos de música clásica que mi papá me dejó como legado, pero que rara vez escuchaba.

Luego vendría, en 1986 el conocer a mi mejor amigo Jorge “Leo” Varas con el cual la música ya adoptaba otro approach: Fiestas, “diyear” básico y simplemente escuchar buenos remixes de temas con los que podíamos escuchar y discutir por horas. Yo ya venía con un bagaje amplio de escuchar música clásica, andina, pop de los 60’s, 70’s (por mis tíos mas jóvenes) y mi propia carrera de música ochentera (Que ha derivado por esta enfermiza pero gratificante colección de música Anglo de los 80’s en formato MP3, de la que me jacto tiene mas de 3600 temas, que es mi tesoro).

Pero al llegar a mediados/fines de los 90's esto llegó a un punto en donde ya casi ni existía Michael Jackson (tristemente coincidente con sus problemas con la justicia) y Jarre se convirtió en favorito de mis búsquedas en la red, pero ya no era la fuerza motriz de toda mi repisa de CD’s.

No puedo ser tan cínico de decir que no me gusta Jackson. Él es una madre de artista. Pero creo que nadie me creería que no fue hasta la semana pasada que nunca me había comprado (¡¡¡en 22 años!!!) el álbum “Thriller” en CD. Se los juro. Jarre también está pasando por esa suerte de decantación en mi juguera sónica. Si bien es cierto he sido muy fanático de todos sus trabajos hasta 1993, también he sido muy crítico de la, como decirlo… ¿mierda? que ha hecho con algunas tristes asociaciones estos últimos 6 o 7 años. El asunto es que esto se parece mucho a la madurez emocional y a enfocar las cosas con otro prisma. Te das cuenta que tu perspectiva cambia. Échale la culpa a la edad, la globalización, la oferta de artistas, que se yo. Pero todo eso tampoco debe pasar a convertirse en negación. No entiendo a la gente que reniega su pasado. Hay placeres culpables en todos. A mi me encanta escuchar a grupos como Miranda! o a Shakira y Alejandro Sanz en “La Tortura”, o si escucho la Cooperativa y suena “Fresa Salvaje” de de Camilo Sesto soy el primero en seguir la letra. Yo también escucho y me gusta mucho de la música en español, aunque como en todo, hay cosas que considero insoportables como el Reggaeton. Aunque mi gusto al parecer inquebrantable por el anglo también me gusta la música en italiano, música argentina como Pedro Aznar, que encuentro un gurú del pop, al que también disfruté en su etapa con el Pat Metheny Group. Mi gusto es tan variado como Les Luthiers, también argentinos. Mi papá es un fan de toda la vida de The Beatles, cuyo gusto comparto, junto con Pink Floyd y su obra magna, The Wall.

Pero volviendo al punto principal de este posting: Ya no hay vacas sagradas. Si hace 20 años alguien me hubiera dicho que Jarre o Jackson eran infalibles hubiera sido el primero en aludir a que el que dijo eso tenía algún tipo de daño cerebral. Pero en realidad todo tiene su gusto. Y a cada uno la música nos afecta de manera especial.

Acabo de conseguirme el álbum “Sinfónico” de los Inti-Illimani. Escuche una versión de un tema clásico de ellos, "El Mercado Testaccio" (Escúchalo en Real Audio o Windows Media). Tuve que parar el tema para escucharlo hoy cuando estaba solo en mi departamento porque algo en mi se quebró. Fue como una avalancha de imágenes de mi niñez. Lo puse hoy con fonos casi al máximo de volumen y el tema me inundó. Entre un llanto lleno de risa me acorde, en esos 4 minutos 20 segundos de tantas cosas. Mis padres, mi hermana jugando en el patio de mi casa corriendo conmigo alrededor del jardín. Mi gran amigo de la infancia, Ralph, corriendo en bicicleta por las calles de Villa Alemana con el sol a todo dar en pleno verano. Mi papá al lado de los regalos de Navidad. Mi tren eléctrico. Mi mamá arropándonos después de bañarnos un domingo en la tarde y luego viendo los monos animados de La Pantera Rosa antes de dormir, el olor del patio de mi casa después de la lluvia, las calles de tierra que me llevaban al colegio...

Esa es la esencia de la música. Tocarte y asociar imágenes, olores y sensaciones. Evocar a la gente que quieres y que también odias. Es una maquina del tiempo que se abre a nuevos bombardeos sensoriales. En un momento de tu vida fue la guitarra de una canción sencilla de Víctor Jara, pasando por el "Gloria" de Vivaldi, un grupo de sintetizadores en el último tema de Los Conciertos en China de Jarre, Michael Jackson llorando en “She’s Out Of My Life”, ABBA cantando “Mamma mía” o Depeche Mode destrozando tus pies al bailar “The World in my Eyes”.
Cada uno tiene su gusto, no hay por que cerrarse a las opciones y lo sagrado e intocable pasa a ser parte de tu portafolio mental de recuerdos.