lunes, agosto 25, 2008

Dame diez

Otro bache en el blog. Que falta de continuidad, pero mejor así. Más cosas para contar. Ya no me estreso. El cuerpo ya me paso la cuenta con el stress. Más sobre eso más adelante.


Y me fui de El Bosque, y regresé a mis terruños en Ñuñoa. Lo que son las cosas. Después de tanto escarbar por Providencia, Las Condes, Vitacura y otros lares. Volvemos a lo mismo. Y esta rebonito el departamento. Con una vista que hace pensar dos veces en explotar comercialmente los balcones para los próximos recitales, incluyendo el de la diva del pop que se nos viene con tutti en diciembre, el día después de mi cumpleaños 41. Ella cumplió recién 50 así que me siento como un baby.


En este momento me estoy haciendo una pausa de haber estado leseando con maquetas de sitios Web que estoy haciendo. DOSIS, mi empresa de diseño gráfico, multimedial y web ya extendió su segunda factura. Platita poca pero segura, príncipe. La cosa es que lo de Chilecompra/Mercado Publico ha salido, por decirlo, un poco enredado. Más que moño de vieja para ser honesto. Pero ya están viéndose cosas. De hecho tengo que hacer mi revisión del día.


Se nos viene la primavera, quizá extrañe los cantos de los pajaritos en el departamento anterior, que en algún momento llegaban a molestar, pero en El Bosque hubiéramos tenido que invertir mucho en arreglos para que la casa quedara como a nosotros nos gusta. Y entre eso y un departamento cero millas de paquete, no hay donde perderse. Lo que si se nota es el cambio entre un tercer piso y un quinceavo piso. La vista que tengo es estupenda, y eso que no veo los hitos típicos que la gente busca, como el Cerro San Cristóbal, el Celular Gigante, El Cerro Manquehue o que se yo, la cordillera tirando hacia Lo Barnechea. Mi estudio ahora enfoca hacia el Cajón del Maipo, Macul y La Reina. Hermoso. Y como dije el plus de ver a 5 cuadras el Estadio Nacional, máximo coliseo deportivo de nuestro país, dijera don Julio Martínez. Ya hemos visto que cuando hay partido el ruido no molesta. Increíble pero cierto.


Y nos cambiamos, con dos tercios de las cosas que teníamos, que ya eran muchas, tras una concienzuda y brutal limpieza de primavera adelantada. Regalamos, botamos, vendimos, reciclamos. Gordas y gordas, como dice Palma.


Que manera de botar h…


Y el shock del siglo: el departamento donde estuvimos viviendo casi 3 años terminó siendo de una de las mejores amiga de mi hermana en la Universidad. Cuando hablábamos de “la dueña del departamento” siempre se hablaba en abstracto, y como no había escuchado mas que su nombre de pila, zuácate, el día que entregamos las llaves nos encontramos con los papas y la hermana de esta niña, a quienes yo no veía hacia por lo menos 10 años, y con mayor razón a la misteriosa dueña, porque anda haciendo un postgrado en Londres.


El mundo es un puto pañuelo. Como bien dice mi mamá: Uno no puede portarse mal en este país porque todos se conocen.


El que lógicamente se vino con nosotros fue Nekito. Próximo a cumplir 10 años, que en años-gato son una punta, como 80 años-humano, una brutalidad, por lo que Palma decidió mandarlo a su revisión de los 100.000 kilómetros. Estaba vomitando muy seguido y creíamos que podía estarse intoxicando porque le dio por comerse las plantas, en la más Grace Jones. Este Nekito.


Igual tenían que verle una gingivitis caballa de grande así que visitó su propia Clínica Mayo. Lo mandamos a la veterinaria a una suerte de “sleepover” para que se quedase esa noche allá para que le hicieran exámenes y todo eso, aprovechando el día en que nos cambiábamos. Igual el pobre se estresa con las mudanzas (ha estado en tres contando esta) y le deja todo tomado. Lo único que pide después es sol y spa. Así que le sirvió para cambiar de aire.


Lo malo vino después. Los resultados de sus exámenes no fueron muy alentadores. Mi gatito tiene leucemia, falla renal crónica y otros males reservados. La vida loca que le dicen. Si se lo carreteo todo. Al año de vida, cuando vivíamos en Avenida España, se saco la cresta al seguirme al trabajo, siendo atropellado heavy metal. Se fracturo la mandíbula y anduvo onda Marilyn Manson con alambres y cosas así. Luego cuando nos cambiamos a Carmen Covarrubias se fue en onda patotero, con largas juergas de sexo, whisky y rock and roll. Aprovechando que vivíamos en un primer piso, y que entraba y salía a la hora que se le antojaba, tenía regada su carga genética por todo el sector y hasta traía amigotes (y “pussycats”) a comer a la casa. Mish.


Hasta que la doctor a de cabecera de Nekito Agustín le dijo “Para tu escándalo”. Y le cortaron el futuro a mi cuchito. Y aunque había un par de cosas faltantes en su anatomía, le siguió dando duro a su archienemigo, archinémesis y azote (por si no te quedo claro): El villanísimo Gato Naranjo. Eran peleas épicas. Lo de la pérdida de ganas de salir, las huinchas, continuaron intactas.


De tantas roscas y grescas, ¡zuácate! Le regalaron todos los males anteriores vía saliva y mordiscos, etc. Gracias a Dios ninguno transmisible al ser humano individual del hombre. Ahora esta con dieta estricta, vitaminas, y hasta Interferón. Pero el esta bien. Ha ganado varios kilos y su ánimo, aunque somnoliento, ha mejorado su estado de salud.


Así que aquí estamos. Harta pega arreglando la casa como uno le gusta, lo que a mi honestamente me entretiene ene, porque me plantea el desafío de inventar cosas que hacer. Sigo postulando a una pega estable, una de ellas espero que salga, tendría mi trabajo a 5 cuadras de distancia. DOSIS seguirá creciendo. Yo contento por seguir tan bien acompañado en todo sentido, y más aun por estar ahora mucho más cerca de mi familia, de mis papás a los que quiero cada día más y de mi hermana y su familia. A tres cuadras de mis viejos y a tres cuadras de mi hermanita.


Hay harto por que dar gracias estos días. Yo ya perdí un poco la costumbre de pedir y más estoy haciéndome el hábito de agradecer por lo que tengo, y si hay que pedir por cosas buenas, dame diez. No para mi, sino una para cada uno de los que tengo mas cerca.

jueves, mayo 01, 2008

Compromiso

Ahora si, las actualizaciones van!

domingo, septiembre 09, 2007

Retro

OK. Debo hacer caldo de cabeza una vez más. Dejé botado el blog pero valió la pena.

Ya retomaré un montón de temas a analizar, pero estoy inspirado con otra cosa asi que ahí voy, vuelta a lo mismo. Esto parecerá una composición onda “mis vacaciones”, pero esta debería llamarse “mi casa”.

Hace años que el tema de mi niñez esta rondando. Será la crisis de llegar en un par de meses a mi cuarto cambio de folio. Cumplir 40 no es una cosa menor, pero parece que los que pertenemos a esta generación sufrimos de regresión crónica. Punto de una nota más adelante.

Hace mucho tiempo, que no confesaré, quiero regresar a la ciudad, o pueblo para los menospreciadores, en donde me crié: Villa Alemana.

Menospreciada área ubicada al este de Viña del Mar y Quilpué, un lugar donde mis padres decidieron irse poco después de yo haber nacido. Se podría decir que yo soy de allá, no de Santiago. Aunque nací en el hospital clínico de la Católica, mis padres enfilaron en ese rumbo tanto por razones laborales como por que este pechito se le ocurrió nacer con una enfermedad llamada Falso Krupp o Angioedema, como también porque mi papá trabajaba en la planta de la automotriz Ford que se encontraba en Casablanca, cerca de allí. Mi mamá luego trabajaría en la Universidad de Chile (ahora Universidad de Valparaíso) para llegar a ser Jefe Administrativo, lo que consolidó una estadía en la ciudad “de la eterna primavera” desde 1968 (que me corrijan mis viejos) hasta Enero de 1983 cuando mi mamá empacó todo y nos agarró de vuelta a Santiago donde se vislumbraba un mejor porvenir laboral y educativo, mi hermana Viviana con 12 años y yo con 15.

Pero volvamos al tiempo en que vivíamos allá.

Mis papás se fueron a la casa piloto de un conjunto habitacional ubicado entre las calles Viena, Prat y Lisboa de la ciudad, en donde aun siendo casas de modesta construcción mi papa y mi mamá se las arreglaron en implementarlas con comodidades que aparte de funcionales, muchas de ellas perduran hasta hoy. Una casa de dos habitaciones y una cocina y living comedor de no mas de 80 mt. Cuadrados que en 10 años mi papa y mi mamá con sus propias manos se preocuparon no solo de mantener bien pintada sino también de construir rejas, panderetas, parrón, banco carpintero, lavadero, una extensión de baño y de cocina, mi dormitorio, un cuarto de guardar bicicletas, balones de gas, equipos de camping y cuanto cachureo de pesca se les ocurra, una piscina elevada, varias jardineras (de verdad, no de esas portátiles), una asador y varias otras cosas que aun me sorprenden por su visión y perseverancia.

Una casa que mis parientes disfrutaban visitar. Y mis papas les encantaban recibir a parentelas propias y familia extendida. Lugar de encuentro de visitas locales e internacionales, y mas tarde nuestros amigos y compañeros de colegio cuando los tiempos de salir al mundo nos llamaban a compartir con amigos del curso, liceo y otros lados.

Si hay un tiempo en donde me hubiera gustado haber tenido la tecnología que disponemos ahora, en donde las cámaras fotográficas y de video digitales nos permiten guardar momentos entrañables, es este periodo el que me gustaría rescatar. Si bien es cierto después de 1981 no fue tan bueno recordar por razones que no viene al caso, los 70’s en casa de los Vivanco-Pinto fue para atesorar. Mis padres tenían una buena situación económica. No éramos ABC1, nunca tuvimos auto, pero nunca faltaba la navidad en donde mi mamá preparaba cosas muy ricas, mi papá ocasionalmente conseguía una rica centolla, o de vez en cuando un fin de semana las machas a la parmesana parecían salir por arte de magia del horno de mi viejita. En fin, mis viejos no se daban grandes lujos pero la felicidad era siempre tener rica comida, buena calefacción y ellos siempre estaban preocupados que no faltara nada en casa.

Me acuerdo de esos fines de semana cuando mi papá regresaba de su trabajo para volver a maestrear a la casa y mi mamá cocinando, haciendo un postre de coco o un brazo de reina, nosotros alternando entre la sencilla piscina que el hizo con sus propias manos, recogiendo damascos del árbol que aun existe y que se llegaba a desganchar del peso de los frutos que lo llenaban a fines de diciembre cada año. Yo compartiendo con mis amigos en cada salida en bicicleta, volando con mi imaginación hasta bien entrado lo pailón, cuando tenia 14 o 15 años y aun rayaba con Star Wars o Superman o Spider-man o el Doctor Who o cuanta cosa que me llamara la atención en la tele o leyendo comics.

Otro de los recuerdos entrañables es mi hermana, con la que tuve siempre buena vibra. Actualmente esposa y madre de tres preciosos hijos a los que adoro como si fueran mis propios hijos, mi hermana desde que nació en 1970 fue un cable a tierra para mi. Una de las pocas cosas que quiero más en esta vida, y alguien que cuidé desde que nació. Aunque como todos los hermanos siempre tuvimos roces, nos agarrábamos a combos firme hasta pasada la adolescencia, siempre la he querido y ha sido mi mejor amiga, y después que yo cumplí 20 años encontré un nuevo respeto hacia ella, por su inteligencia y por su capacidad de cariño. Somos tan iguales y tan distintos a la vez, ella, ciertamente, mucho mas pragmática que yo, que siempre fui demasiado autista y poco práctico. A ella la recuerdo corriendo por el patio de la casa con el ombligo al aire y sus chapes, y su sonrisa, siempre a mi lado.

Se que a ella no le interesa mucho que le converse de Villa Alemana y ella tendrá sus razones. Pero lo que yo experimente hoy fue un círculo completo. Regrese a un lugar que, aunque ahora este lleno de antenas de televisión digital, pavimento en donde había arena y arcilla, potentes luces donde antes había faroles de plaza y casas apiladas en los sitios eriazos en donde corría y saltaba con mi bicicleta, aun conserva esa esencia del lugar que yo puedo llamar hogar.

Al inicio de esta semana estábamos hablando por Skype con mi papá, como lo hacemos casi a diario, y le conté que tenía ganas de ir a Villa Alemana porque esta época del año con el verde de los cerros y los aromos en flor es una postal imperdible, proyecto que tenía postergado por anga o por manga. El me sugirió que fuéramos juntos, cosa que honestamente al principio pensé que podía coartar lo que quería hacer, caminar por todos los lugares que recuerdo con cariño: Mi casa, el camino que recorría a mis colegios, la Escuela 186, mi siguiente escuela al final de la calle Madrid, mi primer liceo, donde en un año aprendí a potenciar mi francés y mi inglés, el camino hacia el “centro” de Villa Alemana, el paseo Latorre, la Avenida Valparaíso, para luego caminar a la estación y la ruta hacia las casas de mis amigos de niñez, Ralph, Berta, Fabiana, Nelson, Alejandro y Lucy.

Con mi papá con una lesión en un pie creí que este iba a ser una vuelta corta por un par de lugares y que me iba a tener que conformar con sacar un par de fotos y de vuelta a Providencia, pero no fue asi. Me junté con él en Valparaíso luego de un cortísimo viaje que aproveché de dormir en bus que no tomó mas de una hora y media desde Santiago, y con mi papá esperándome y llamándome al celular para preguntarme si venía viajando a nuestra cita. Llegué como siempre media hora atrasado pero mi viejito estaba esperándome pacientemente, listo para tomar una micro a la estación puerto del Metro.

Años hacía que no iba en tren hacia mi pueblo. Pero ya no era un tren. Ahora es un metro. Con todas sus letras y ya se lo quisiera cualquier ciudad, impecablemente implementado, sencillo pero limpio, con asientos con un tapiz impecable, pisos y vidrios pulcros y gente a bordo que saber como utilizarlo, a diferencia de algunas capitales que no quiero decir, pero que deberían tomar clases de urbanidad, como Santiago. Bueno, lo dije y ya.

En un viaje que años atrás te hubiera dejado aburrido, me parece mas larga una vuelta desde Tobalaba al Paseo Ahumada. Ahí estábamos en la nueva estación del tren/metro de Villa Alemana. El día estaba gris, si, pero el aire de primavera era inconfundible. Habia lloviznado en esta zona y el polen y el verde recien lavado por el rocío tiene un aroma muy particular. Estaba de vuelta en casa.

Nos fuimos caminando a paso normal por Avenida Latorre, pasando por mi segundo colegio, la Escuela Nº 186 (No alcanzamos a ir al Colegio Alemán pero ya andaremos por allá) y pasamos por varios hitos: donde se encontraba la farmacia del papá de mi amigo Ralph Allesch, luego por aquella esquina donde compraba los comics del Increíble Hulk y las revistas de Disney en el kiosco de don Enrique, la panadería Beartzun donde comprabamos pan batido todos los dias (como se les dice a las marraquetas en esa zona), la esquina de la Rotisería, la casa de los mosaicos, el taller del señor que arreglaba bicicletas, hasta llegar a mi casa en el número 546 de la calle Viena. Y mientras hablaba con mi papá se me venían a 1 billón de kilómetros por hora tantas imágenes, aromas, sensaciones. Traté de concentrarme en sacar al menos una fotografía de mi casa para no caer sentado en la vereda, porque simplemente me agobió la emoción de estar alli tras tanto tiempo. Díganme idiota, llorón, nostálgico o lo que quieran pero echaba mucho de menos ese lugar. Hubo algo en ese pueblo que me marcó de por vida y cada año tanto en invierno, verano, primavera u otoño siempre hay algo que me hace acordar de ese capítulo de mi vida, ya sea por recuerdos tristes o felices, pero gracias a Dios la mayoría, felices. La lluvia de invierno que invitaba a regalonear ya ver tele. La primavera que nos llevaba a los cerros a encumbrar volantines y a buscar helechos para el jardín de mi mamá. Los veranos de la piscina interminable y el parron lleno de grandes racimos de uvas. Y esos otoños con unas puestas de solo simplemente indescrip

Mi papá poniendo nuestras primeras bicicletas en la entrada de la casa en navidad, pretendiendo hacerlas pasar como obra del Viejo Pascuero, la construcción de la piscina, ladrido a ladrillo, la construcción de mi habitación propia, el banco carpintero de mi papá donde yo armaba (o trataba de armar) mis propios juguetes, los jardines, enredaderas y la comida de mi mamá, mi hermana corriendo y riéndose cuando era tan solo una niña, los rosotros de mi tía abuela Maya y mi abuelita Magdalena, mis amigos, mis padrinos preocupados por mi, mis tíos mas jóvenes de vacaciones, mis abuelos que nos iban a ver, mis padres jardineando, papá cortando el seto y mi papa barriendo la calle. Mis perros Cachupín, Wingo y Shauffey. Esa casa tenía muy buena vibra.

Este viaje fue redondo. Quizás no caminamos tanto como hubiera querido pero ese viaje lo fue todo para mi. En este momento me cuesta escribir esto porque a cada rato se me hace un nudo en la garganta. Mi papá como siempre complementa sus recuerdos y sus anhelos con tanta información que me ayuda a comprender que si bien es cierto tengo que estar agradecido por lo que tengo ahora, nunca tengo que renegar que mi infancia fue, y siempre será uno de mis mas grandes tesoros.

Lo pasé chancho, me reuni con mi papá, compartimos recuerdos hasta de las cosas mas mínimas, me reconcilié con mis recuerdos, respiré un aire que me energiza como pocos y doy gracias por haber tenido la posibilidad de recargar mis pilas para poder llegar a un cambio de folio mas íntegro, mas honesto.

miércoles, junio 20, 2007

Shiny happy people

Parecería que esta entrada en este blog será un cuelgue, una infinita alusión a muchas cosas. Partiendo por el título, quizás empezaré a nombrar mis publicaciones a la usanza de los capítulos de una de mis series favoritas, Grey’s Anatomy, donde cada episodio tiene el nombre de una canción.

¿Por qué “Shiny Happy People”? Este último tiempo el concepto de la felicidad me ha estado rondado bastante. Muchas cosas han pasado estos últimos años. Y quiero decir MUCHAS. Mis amigos más cercanos sabrán eso. Yo me he dado cuenta paulatinamente, quizás porque para muchas cosas puedo ser muy, muy lento, que realmente soy un tipo feliz.

Veo que la gente a mi alrededor realmente está preocupada por eso, y como tan asertivamente publica en su blog mi amigo Andrés Palma, uno se acerca a los 40 y te hace asumir que nada es tan grave, tan terrible ni tan insuperable.

Uno tiene que cerrar capítulos de vida, aunque en mi caso yo me declaro un nostálgico por naturaleza, porque aún me pena mi infancia, que muy seguido me acuerdo de esas tardes jugando en el banco carpintero de mi papá, o chapoteando por horas y horas en la pequeña piscina de mi casa, o andando en bicicleta bajo el sol de Villa Alemana junto a mi entrañable amigo Ralph Allesch, o cuando me subía al techo de mi casa con mi primer personal stereo a escuchar música, contemplando el atardecer con un nudo en la garganta al saber que me iba de esa burbuja para llegar a Santiago, donde vivo desde 1983.

Yo soy un convencido que uno se tiene que reconciliar con su pasado. Mi subconsciente al parecer tiene un mecanismo muy heavy para olvidarse de cosas desagradables, una memoria selectiva muy desarrollada, pero también tiene una memoria fotográfica para los buenos recuerdos que me hace malas pasadas evocando formas, aromas y sabores, y que al pasar hace rato la barrera de los 30 me ha permitido asimilar una sensibilidad mucho mayor, y que me ha ayudado a evaluar mejor mi situación sentimental y de interacción con mi entorno, y he notado que soy más sociable de lo que creí.

Bueno, para que entrar en detalles, estos últimos años para mi han sido una montaña rusa en términos emocionales (asunto en donde no entraré a detallar laborales, desde que egresé de mi carrera he pasado por los peores y los mejores empleos, y también conocido a gente que me ha entregado un montón de cosas que eran necesarias de insertar en mi vida.

Un amigo hace poco comentaba acerca de su necesidad de hacer un borrón y cuenta nueva en su vida. En algún momento de la vida uno tiene que hacer un reset. No al disco duro, porque tus experiencias no deben ser borradas. No es tan fácil y descarnado como eliminar gente de tu agenda porque te han aconsejado mal convenciéndote que son una mala influencia, al contrario. Ese tipo de poda a lo único que te conduce es a perder amigos valiosos. A lo que me refiero es reconocer que has hecho cosas de manera equivocada y rectificar, eso sí que es cueca.

Me acerco inexorablemente a mis 40 años de edad. Como sabiamente comentaba mi amiga Mariel, que comparte mi año de nacimiento y en una conversación trajo a colación el dicho “los 40 son los nuevos 30, y los 30 los nuevos 20”. No puedo estar más de acuerdo. Los veintitantos para mi fueron como la dimensión desconocida, mas llena de porrazos que mi adolescencia, que finalmente tuvieron un buen broche de oro al definirme en un montón de cosas.

Veo ahora que mis amigos más queridos se declaran felices, veo a mi familia comenzando sus nuevas vidas junto a sus nuevas familias, veo también a miembros de mi familia cerrando capítulos, haciendo su propio reset, unos más dolorosos que otros, pero necesarios. Otros reconociéndose frente al mundo y frente a sí mismos. Algunos con una valentía envidiable.

Yo soy un tipo feliz. Partiendo por mi salud, mis amigos, mi familia a la que adoro en su amplio espectro de personalidades, la gente que me quiere y la gente que ama. Estoy más cerca de mis sentimientos como nunca lo había estado y espero poder seguir siendo tan honesto conmigo mismo y para con los que me rodean.

En el último cuelgue (rip-off) de esta publicación en mi Blog tengo que rescatar una idea que Andrés mencionó en su propio blog. Junto con cada posteo incluiré mi propia banda sonora. Hace años que mentalmente y físicamente lo vengo haciendo, incluso esporádicamente grabando un CD o un “mix tape” (Cassette con canciones mezcladas). En esta ocasión tengo pegada una canción que me agarró desde el principio, una verdadera oda al típico momento previo al reseteo, y un mensaje para el que quiera hacerlo pronto.

Incluyo la traducción de la letra que la encuentro, junto con la voz de Josh Groban, muy, muy “power”.





Canción de Febrero


Adonde se ha ido ese viejo amigo,
Perdido en una canción de Febrero,
Dile que no falta mucho
Para que abra sus ojos

Adonde están esos días sencillos
Antes que los colores se volvieran sombras
Y cómo fue que destiñeron
Y se convirtieran en esta vida

No deseo decepcionarte
Perdóname si me tropiezo
Cuando todo lo que conozco se pierde y reencuentra
Te prometo que yo volveré a ti, algún día.

La mañana despierta
Y algunas veces es más que suficiente
Cuando todo lo que necesitas amar
Está frente a tus ojos
Está frente a tus ojos

No deseo decepcionarte
Perdóname si me tropiezo
Algunas veces es difícil pisar la tierra
Porque sigo tropezando al tratar de escapar
De este loco mundo

Y no deseo decepcionarte
Perdóname si me tropiezo
Cuando todo lo que conozco se pierde y reencuentra
Te prometo que yo volveré a ti, algún día.

Adonde se ha ido ese viejo amigo,
Perdido en una canción de Febrero,
Dile que no falta mucho
Para que abra sus ojos


miércoles, marzo 14, 2007

Los malos si ganan

Estoy viendo uno de mis placeres culpables, el reality militar de la tele.

Lo que me he percatado este último tiempo es cuanto son reflejo de distintas cosas, quizás aumentado por la brecha generacional que tengo con sus participantes, la mayoría en el rango de los 18 a los 24 años.

En esta edición la perdedora es lejos un objeto de mi mas visceral repudio, la recluta "P". Una niñita que pinta para vieja de mierda (que conste que dije maldita, y no cité a la señora Julia). Porque si ahora es una mina winner, una manipuladora que es capaz de torcer a destajo su entorno para hacerse ver como la quintesencial mártir, la pobrecita niñita que no mata una mosca pero en general es capaz de inyectarle veneno a la gente sin que esta llegue a percatarse... uf, ya me imagino cuando tenga 40 o 50 años. Va derechito a las top ten de las minas malditas.

En general me ha gustado este reality, que agarre de a poco, como alternativa a mis series que por las vacaciones perdí (y espero retomar tras sendas maratones en DVD). Este programa ha sido el segundo reality que he visto casi completo, porque el resto bueno, no valía mucho la pena. Y en general me ha gustado mucho darme cuenta como interactúan los cabros de esa edad, ya que uno va perdiendo contacto porque uno tiende a juntarse más con gente contemporánea. Los cabros de ahora son mucho más verborréicos, abiertos y más llenos de argumentos que en mi generación (digamos de los tiempos de mi liceo y mi enseñanza profesional). Pero siempre me llama la atención esa repetición de modelos, el niño líder súper frio pero cuidador de su manada, los eternos pololos, el gordito buena onda y esforzado que busca aceptación, las minas esforzadas a concho, el minito que apenas sabe hablar pero banca toda sus apuestas en su buena pinta, el sabelotodo que busca y busca y no lo pesca nadie mas que para usarlo.

Pero el caso de esta mina es todo un caso de estudio. Es material de análisis, pero también dejare algo para el final, porque también me da un poco de recelo y tengo mis propias y muy personales conclusiones.

Acabo de verla perder, tras una prueba en la que, incluso antes de que llegara su prueba de esfuerzo final, ya se estaba quejando. Durante todos estos meses de participación fue un constante lloriqueo, una queja eterna, una arriscada de nariz interminable ante cada situación, y cuando no lo demostró frente a los que debió quejarse, se armó de su patentada carita de “ay si yo tengo la razon, es esta verdad de mi universo paralelo donde yo soy la dueña de la verdad todos son malos, me quieren hacer daño y soy un pan de Dios. Yo no se que tienen contra mi. Me tienen envidia, yo nunca hago nada. Ay”.

Que raro, yo lo único que vi de esta mina fue que usaba y abusaba de sus lacayos a voluntad, y se hacía ver tan frágil, tan esforzada, tan llena de ella.

La mina es una manipuladora de tomo y lomo. Y además es tan maldita que en un dos por tres es capaz de darles vuelta la espalda, echando por tierra toda la confianza que les ofrecen sus pobres lacayos, que quedan llorando o simplemente echando de menos a la abeja reina. Lo que mas da rabia es que sea glorificado este nivel de abuso.

Es como en la vida real, en todo caso. En el colegio se nos enseñan tantas cosas pero te das cuenta que hay valores mamones que a la larga no te van a servir de mucho y que a la larga tendrás que vender todo eso o si no te perderás en un mar de almas, o citando a una antigua canción, serás parte de los que sobran.

Asi es como a los cabros se les enseña a ser. Los padres les dicen “Mijito(a), usted es asi, auténtico, siga asi, si usted es tan original. Siempre. Desde que le pegaba en la cara a la nana con la mamadera de vidrio o salía a jugar con el rifle de postones del abuelito a practicar al tiro con los pobres perritos vagos de la cuadra, o cuando le contestaba con groserías a su maestra después de quitarle el puesto a sus compañeritos de curso. Mijito(a) estoy tan orgullosa. Si usted es tan buen(a) hijo(a). Siga asi, si esta bien lo que hace”.

Lo más triste es que la mina en cuestión es vista de una manera tan especial por el público. ¿La verán como un ídolo? Flor de modelo de rol. Pero ahora que lo pienso hay tanta gente que altera la realidad de una manera que le permite llegar a ciertas posiciones de control. Gente que soba lomos. Gente que sabe donde y con quien. ¿Inteligencia emocional? Tal vez. Pero igual es inquietante. Yo no estoy en contra de la gente que tenga mas chispa, que sea mas viva que yo, pero en mi opinión no se suplen capacidades ni valores por estrategias de control ni mucho menos esta nueva generación de brujas malditas, por no decir un epíteto del calibre adecuado.

Dejare hasta aquí esta revisión, pero dejo tirada la pelota para complementar el articulo mas tarde.

sábado, marzo 10, 2007

Cuanto, cuanto... Cuando, cuando...

Acabo de tener una conversación con mi colega, bueno, casi colega Alvaro, el cual esta en vías de convertirse en diseñador titulado. El de por si ya tiene su propio background diseñando websites, presentaciones multimedia y varias otras piezas de diseño grafico. En general para ser un tipo tan joven es bien aperrado y capaz. Busquilla más que todo.

En mas de una ocasión Álvaro me ha comentado algo que me lleva a mis años de incipiente diseñador, cuando empecé a hacer señalética para algunas empresas, trabaje con unos amigos en sus negocios desarrollándoles desde los logotipos, identidades gráficas, y otros trabajos, pasando, en los albores de la Internet a principios de los 1990’s, haciendo páginas web y hasta editando audio y video digital.

Cual es la dificultad primigenia del trabajo de diseñador, oh, infame tarea: Cuanto cobrar.

Habiendo trabajado en varios lugares y con gente muy diversa veo que la disyuntiva aun permanece. Cuanto le cobrare a cliente fulano o zutano. ¿Le haré el descuento por ser cliente nuevo y porque el me prometió que “seguiríamos” haciendo cosas después de este primer trabajo?. La experiencia de casi 16 años en esto me trae tan buenos y tan desafortunados recuerdos.

Desde cobrar lo que corresponde a tu esfuerzo, horas de trabajo, infraestructura, gastos generales u operacionales hasta regalar el trabajo porque el cliente resultó ser lo último de avaricia y miseria que te retenía los pagos pactados por un trabajo largamente entregado y que estiró como chicle porque “quería agregarle algo más” (¿Por qué me llega a la memoria un olor a mierda de un dudosamente prestigioso instituto de “alta” cocina del barrio alto?).

El trabajo de un diseñador, o de cualquier profesional que se atreva a trabajar en algo que generalmente opera bajo proyectos, es un trabajo complejo. Pero no es menos complejo el trabajo de la persona que me viene a arreglar la lavadora cada año o año y medio ni quien me construye una ampliación en la casa, o al enfermera que sabe como ponerme la inyección en el lugar justo donde el pinchazo (que podría dármelo yo solito) no haga que recite un rosario que hasta el mas flaite se persignaría al escuchar.

Cada oficio tiene su gracia y el valor intínseco de sus conocimientos, formación y experiencia. Y el que sabe no esta para regalar su trabajo. Y menos si eso implica gastos que son propios de su labor.

Nunca va a faltar el que aparte de pedir rebaja pronto pedirá plazos. Eso lo saben muchos de mis amigos que no mencionare por un asunto de ética y porque les tengo gran aprecio. Ellos por mantener el negocio acceden a hacer rebajas sustanciales a sus precios normales en circunstancias que sus clientes, viejos zorros por no decir carerraja, los llevan a situaciones tan ridículas e indignas en donde se les tiene que ir a cobrar cada semana a sus oficinas “salditos” de 10,000 o 5,000 pesos porque los frescos encargan y encargan trabajos confiados que no se les cobrará contra entrega, y mandan a hacer mas sobre la marcha. Esas prácticas son solo una muestra de cuan mal estamos, de cuan poco respeto tenemos por el trabajo y el tiempo de los demás, y por sobre todo, por el poco respecto que tenemos por la dignidad del otro. Demás esta decir que por puro metete les sugerí a mis amigos que cortaran por lo sano con estos clientes. No se hace ningún trabajo hasta que no termine de pagar todo. ¿No le gusta? Vea si hay otro que le aguante. Lo mas probable es que si encuentre a otro gil que le aguante la movida. Pero existen grandes probabilidades, como ya he visto en muchísimos casos, que en algún momento te digan “Nooo pero si yo ya le pagué” o “sabe que ya el negocio no va mas” y aduciendo a una suerte de bancarrota lo dejen a uno clavado con saldos irresolutos (Ahora se me vinieron a la memoria un par de casos, pero bueno, sería largo enumerar caso a caso).

Asi también como hay gente viva están los llorones, o los desmerecedores de tu trabajo, que incluso pueden estar más cerca de ti, incluso al punto de compartir algunas cadenas de ADN contigo. A esos hay que obviarlos a favor de mantener la unidad con tu entorno. Simplemente no se les hace pegas y ni siquiera se toca el tema.

Pero para ser justos también existen los que a uno le da gusto trabajar con ellos. Aparte que aprecian tu trabajo porque conocen tus conocimientos y habilidades, te hacen sentir cómodo al colaborar con ellos y, por sobre todo, retribuyen tu esfuerzo con un ambiente cómodo y un salario mas que digno. Gracias a Dios he tenido la suerte de conocer gente en todo ámbito y estrato socioeconómico que aun valora a la gente, sus habilidades y conocimientos. Que hay pocos, los hay, y espero que sea una tendencia que jamás desaparezca y menos se vea opacada por la contra tendencia del aprovechamiento, el chaqueteo, el atornillar al revés y la acidez que parece estar tan arraigada en estos tiempos.

Creo que como en todo en nuestras vidas se traduce en respeto, ¿No lo creen? Estos días he reflexionado mucho acerca de ello. La tolerancia y la calidad de vida y todos esos discursos están más que trillados, porque a la hora de los quiubos la tolerancia y las iniciativas que promulgan mejorar la calidad de vida siempre topan en algo y no pasan de ser poses o simplemente discursos demagógicos.

Tenemos que respetarnos. Nosotros como chilenos tenemos que empezar a respetarnos en todo. Y el respetarnos no pasa por ser mamón, ni sumiso, ni nerd, ni macabeo.

Practiquemos algo súper sencillo, en vez de pensar en que vestido se puso la conductora de TV en el festival o que si alguna persona es o no es lo que le comentaron, si su vecina salió en su auto sola o no, o que si su equipo saldrá campeón o si el entrenador vale hongo. Ejercite la neurona en algo diferente: Intente ver que poco esfuerzo implica abrir una puerta, ceder un asiento, dar las gracias, pedir por favor, no obstruir una salida, regalar un “que tenga un buen día”, o simplemente decirle a alguien que lo aprecia.

Le aseguro que si por lo menos uno de esos pequeños esfuerzos da frutos, se sentirá mucho, mucho mejor y ciertamente valdrá la pena.

martes, febrero 06, 2007

So 80's

Para cortar un poco el trend de mi ultimo posteo. Mi gran amigo Marcos Valdivia me envió un link de YouTube que tengo que publicarlo. Es que es demasiado entrañable para los que vivimos en esa época.

Un recital de música de juegos de video clásicos, en versión orquestada. Absolutamente genial.



Ya córtenla!

No iba a hacer ningún comentario mas aparte que el que escribí hace meses acerca del Transantiago. Pero como este es mi espacio y aquí no tengo nadie que me diga si es políticamente correcto o no, aquí va:

Esta capital de Chile hasta el momento, lleno de dimes y diretes, doble estándares, cordillera y mar, chincoles y jotes, este centro neurálgico en donde todo sucede y lo que no sucede, se fabrica, o en buen chileno “se chamulla”. Esta capital donde hace más de medio siglo existe un sistema de locomoción en donde los jugadores clave, el gobierno y los empresarios dueños de flotas de microbuses han, en mayor o menor medida, conservado un balance de poder en una teleserie que esta en sus últimos capítulos. La teleserie, mas larga que la esperanza del pobre, esta basada en micros en estado deplorable, y digo deplorable al decir que poseen partes sueltas, tan importantes como las manillas que evitan que te caigas en un pasillo o en una bajada y eso te puede costar hasta la vida. Eso es un cuento aparte en realidad porque caerte de una escalera de medio metro no seria nada siempre y cuando de no ser por que el microbús (el que conocemos en Chile como “La Micro”) siempre abre las puertas cuando el vehículo está en movimiento, aunque por ley esta penado. Otras partes sueltas son planchas del suelo, techo, horriblemente decoradas con unas cortinas que solo se lavaron cuando recién las instalaron, junto con flecos, luces varias, autoadhesivos, muñecos, flores de plástico, adornos navideños, bueno para que seguir, ¿no?

Esta teleserie de larga data no seria solo eso, como en un montón de otros países de nuestra America Latina donde el estado de las micros son un poco mejores o peores. El problema es que estos buses causan un promedio de una muerte cada tres días, y un centenar de lesiones de todo tipo al verse involucradas en choques, y en cuanto atochamiento uno pueda imaginarse dada el precario estado mecánico de las mismas. No solo eso. Las micros en sí son vistas por peatones y conductores de otros vehículos como un peligro. Yo personalmente, viniendo de una familia de clase media, salvo por contada excepciones porque mi padrino de repente me llevaba en su camión de reparto por el largo trecho de 10 kilómetros entre Maipú y el centro de Santiago, salvo esta gran ayuda, siempre he viajado en transporte público. Y a mi en veinticuatro años de vivir en Santiago, como a la mayoría de los santiaguinos, me ha pasado de todo: me han botado de una micro andando, me han apretado manos, brazos y piernas con sus puertas asquerosas, me he caído estrepitosamente porque un pasamanos estaba suelto, me he ensuciado con aguas asquerosas mezcladas con cuanta porquería hay en el suelo (vómito, cerveza, pisco, orina, etc., etc.), he sido insultado no solo siendo estudiante pagando la tarifa de rigor, sino también he sido agredido verbalmente por estos energúmenos al volante que ni siquiera hacen su trabajo como corresponde.

No me miren feo, tuve compañeros de curso que sus padres eran choferes de micro, pero ellos mismos decían que sus padres, por sus condiciones laborales (tener que fiscalizar el cobro de las micros, largas horas de trabajo, micros en mal estado, etc.) terminaban transformándose en individuos estresados al borde de la neurosis y en muchos casos que conocí hasta medios sicóticos. No puedo generalizar, aun quedan choferes cuyos modales se mantienen intactos, pero todos sabemos que la mayoría debería hacerse periódicamente un examen psicológico.

Todo esto, adornado con la manipulación de esta gente por parte de los empresarios dueños de estas flotas, los que explotan tanto a su gente como a sus maquinas hasta la saciedad, también ejercen fuerza, mandándolos a parar cuando se trata de regularizar este deficiente sistema.

Hace años cuando las micros cambiaron a las ahora clásicas amarillas, paros se vinieron, se alteraron todas las directrices de pintura, señalética y servicio, creando un híbrido de lo que teníamos antes con las micros multicolores (en donde cada uno pintaba las micros del color de cada empresario, lo que era un desastre.

¿Cual es la situación actual? Hace un par de años atrás, se diseño este monstruo al cual todos temen, el Transantiago. Todos vimos que las micros eran bonitas, limpias, luminosas, otros se dieron cuenta que queran excesivamente grandes, no cabian en nuestras calles, pero ahora vemos que la cosa va mas allá.

Se ha hablado de todo sobre el menos lo importante. Cambio. Todos tememos al cambio, en mayor o menor medida. Pero esto ha sido transformado por los medios y los grupos adversarios a este plan como algo similar al Apocalipsis total y absoluto. Toda la gente quedará botada este próximo Lunes 12 al ir a trabajar. Y a causa de este cambio radical de recorridos y sistema de uso y manejo puede que ocurran desbarajustes, pero ¿a quien de nosotros no le ha tocado cambiar en algo?

Que micro tomar: Cuando te cambias de casa o te cambias de trabajo (o tu trabajo se traslada) no tienes que averiguar que micro tomar y los primeros días, debido a que este o estos recorridos son nuevos y no conoces su tiempo de carrera ¿no tienes que levantarte mas temprano? Se puso hasta un teléfono 800 (de llamadas gratis), existe Internet donde uno pone el lugar de origen y destino del viaje y le dice que micros tomar, donde bajarse y donde tomar la siguiente si existe trasbordo en el recorrido. La prensa también ha demostrado como se opera en el nuevo sistema.

Cuantas micros tomar: Se ha dicho hasta el cansancio que gracias al sistema de trasbordos uno cambia de micro a micro o al metro y no paga adicionales, que mejor que eso, aunque el pasaje vaya a subir en 20 o 30 pesos de aquí a un año mas… A ver… Matemáticas básicas: Ahora pago 760 de ida para ir a ver a mi amigo Víctor a la Imprenta, son dos micros… Pero desde la próxima semana pagare solo un pasaje, o sea 380 pesos. Que malo ¿No? Pagare menos. Que lata. Que malo para mi bolsillo. Igual tendré que tomar las mismas dos micros pero pagando un solo pasaje. Hmmmm. ¿Qué haré? Hellooooooo.

Como pagar: El Metro de Santiago hace años desarrolló el carné de boletos, o sea un montón de tickets que tú comprabas por anticipado, que después dio paso a lo que conocemos como Multivía. Cuando era usuario a diario del Metro todos los viernes en la tarde aprovechaba de cargar mi tarjeta con el dinero necesario para la próxima semana más unos pesos extras por si acaso. Y te tienes que dar la misma lata en la cola por un solo boleto o por 10 o 20. ¿Adivina que? El mismo sistema lo tendrán las micros. ¿Te acuerdas cuando tenías que juntar las monedas para poder pagar la micro y tenias los bolsillos o la chauchera llena de pesadas monedas que te hacían pedazos la ropa? Te acuerdas cuantas veces un chofer de micro te subió y bajó a chuchadas porque le pagaste con un billete de cinco mil o incluso con dos mil? ¿O cuando te decían “de ahí le doy el vuelto” y nunca sucedió? Hmmmm. Verdad que es mejor andar con monedas… Que rico sentir como me pesan 1500 pesos en monedas de distinto valor en los bolsillos. Que rico tener que pasar a cualquier quiosco a comprar cualquier tontera para sencillar. Y lo mejor de todo, andar con plata en la calle, abriendo la billetera. Si, que buena onda.

Como cargar la tarjeta: Mismo caso de la Multivía. Lee mis labios: Estaciones de Metro. Centros de atención. Quioscos. Librerías. A través de Internet si conseguiste que tu banco te diera una tarjeta hibrida Redbanc-Bip!. Lo más probable es que después les cruja y los cajeros automáticos u otro similar permita a la gente hacerlo en otros sitios. Hoy vi en las noticias a un tipo (oh milagro, solo entrevistan a gente descontenta con el nuevo servicio) que solo decía “El centro de recarga me queda a 20 cuadras de distancia de la casa”. Caballero, y cuando usted va algún servicio ¿todo tiene que estar al lado de su casa? El sistema recién se inicia. Planifíquese. Cuando uno paga las cuentas y no tiene la posibilidad de pagarlas vía Internet o por PAC uno se planifica, y las paga donde corresponde. Ya vendrá el tiempo en que donde uno compra cigarros también podrá recargar la BIP!. Por el momento todos tendremos que ir a una estación del Metro cerca de casa o del trabajo y recargar la tarjeta. Y la red del Metro ya es lo suficientemente grande para encontrar una estación en algún lado en tu trayecto.

¿Que pasa si la micro se queda en pana? Como siempre se ha hecho, se espera a otra micro del recorrido. Un tipo en Las Ultimas Noticias hoy se quejaba en la sección Cartas al Director. “Tendré que subirme a una micro mas llena de la que venía?”. O sea, a ver… ¿No ha sido siempre asi? Y es una de las pocas cosas lógicas que ya existen en el sistema, caballero. ¿O quiere que lo venga a buscar un radio taxi? Lo peor del caso es cuando las micros de antaño te dejaban botado en quizá que lugar de Santiago y nadie se hacía cargo. Ahora te están diciendo que los recorridos tienen la suficiente periodicidad que te permitirá tener un relevo, y en el mejor de los casos, cuantas veces te ha pasado que la micro que venía atrás no estaba en mejores condiciones, e incluso mas vacía? Somos muy cómodos.

Hay tanto por criticar y tanto por discutir. Como nación nos encanta quejarnos, que todo se nos sirva en bandeja, que todo sea “ahora ya”. Pero nosotros no queremos poner nada de nuestra parte.

Señora, Caballero... los paraderos están marcados, están definidos, el paradero está en esta esquina y no 15 metros mas allá, donde está su casa. Camine, le hace bien para la salud. No le diga al chofer “¿me deja al otro lado del semáforo?”, porque al otro lado del semáforo la micro lo único que hará es un tremendo taco porque a usted le da flojera. Hasta muchachas jóvenes que para bailar Reggaeton no tiene problema pero el traste les pesa ene cuando se suben o se bajan donde quieren. Nosotros mismos sabemos que si la micro recorre 10 paraderos en 10 minutos, y existe gente que para entre paraderos, el viaje se hace mas largo y tedioso, y empiezan los golpes de la gente que dice “Ya weon, chicotea los caracoles!” y el chofer se altera, y se va corriendo, y se transforma en un peligro para el resto de los automovilistas y peatones, y además frena brusco, y bota a medio mundo, y la gente se altera aún mas, y asi...

Un círculo vicioso.

Respetémonos como país. Aspiremos por algo mejor. Mucha gente dice, yo entre ellos “El Metro es caro, pero vale la pena y me gusta cuidarlo, no botar basura al suelo, no rayarlo, se ve ordenado y seguro”. Gracias a Dios he tenido la suerte de viajar a un par de países, y créanme. Otros Metros del mundo no se igualan al nuestro. Pero ellos cuidan otras cosas, y se ordenan. Las micros si pueden ser ordenadas, pasar a la hora, y los viajes en ellas no convertirse en un suplicio. El respeto que uno tiene por uno mismo y por su país parte por dar un poquito de sí y cooperar. Nosotros si tenemos la capacidad de tener un transporte limpio y funcional, de ahí el ejemplo del Metro. ¿O le va a echar la culpa al Gobierno, sea de derecha o izquierda quien este de turno, porque hay patanes que no se saben comportar arriba de una micro? Está en nosotros.

Quizá el Transantiago demore en consolidarse y nosotros, yo incluido, nos costará acostumbrarnos, pero todo parte con tener voluntad y querer algo mejor, y no vivir viendo los aspectos negativos y chillar, sino ayudar en que se mejore.

Al fin y al cabo es el costo de vivir en una ciudad de 5 millones de habitantes, y todos queremos ser algún día un país desarrollado ¿No?